martes




Una pareja de recién casados entona a piel de
grito el Carmina Burana a 150 km/h creando
un breve intervalo de pánico sexual en el que
los sus cuerpos bullen recuerdan ese algo tan
ajeno al afecto que es el calor genital, el color del
corazón de la manzana (ya podrida) que descubrió a
cierto patán que lo que cae no deja de caer y es una
constante, pues no
por ser el primero el pecado original es original
en absoluto y puede volver a acontecer un día
cualquiera incluso hoy mismo en esta hora incierta
en que las líneas se confunden y crece una autopista
en el caparazón de una tortuga que me mira y se pregunta
por qué, por qué tan rápido.


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